EDUCACIÓN Y TECNOLOGÍA
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La tecnología no educa.

1/26/2015

2 Comentarios

 
Sorprendente título para los tiempos que corren, y mas si viene de un profesor que basa sus clases en conocer y manejar la mencionada tecnología, pero responde totalmente a la realidad. Me sorprende la voracidad con que los nuevos “genios” en educación abordan la necesidad de “colmar de tecnología” el aula y derivar las tendencias tradicionales a métodos de enseñanza basados en ordenadores, tabletas, pizarras digitales y demás soportes modernos. No estoy para nada de acuerdo en dicha tendencia y creo que es muy necesario plantearse que problemáticas lleva adosadas el cambio al mundo tecnológico como entorno educativo.
En mi anterior entrada hablé sobre la importancia de conocer y manejar la tecnología. En esta hablaré de la necesidad de alejarla de la educación en edades tempranas. Seguramente algún avezado tecnólogo esté ya empezando a irritarse. Le invito a leer hasta el final y probar a replantearse ciertas ideas. No tengo ánimo de imponer mi mentalidad, pero quizá de ella podáis extraer ideas útiles.
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Actualmente se defenestra continuamente la educación tradicional, se menciona que está desgajada del mundo moderno, que nos plantea un entorno que el alumno no comprende y no es capaz de trasladar sus enseñanzas a la vida diaria. Se comenta que no motiva (¡como si motivar a un adolescente fuese algo posible!). Supongo que no falta razón en esta afirmación, muchas escuelas plantean dinámicas centradas en pupitres verdes, pizarra y tizas, mas propios de una película de los años 70 que del mundo que conocemos. Pero no es menos cierto que las personas que han dado al mundo que conocemos el aspecto actual se han educado con ese sistema educativo para muchos arcáico. Este es un punto a tener muy en cuenta. Como estudiante, yo crecí en un entorno totalmente aislado de la tecnología. Mi escuela, de tendencia un tanto diferenciada de lo tradicional, potenciaba en exceso las artes y la naturaleza por encima de todo el mundo de las ciencias y la tecnología. Lo curioso de todo ello es que las capacidades de expresión en múltiples formas que mis compañeros de colegio y yo hemos adquirido son destacables, pero no nos limitan en el campo de las ciencias y la tecnología. Recuerdo las típicas coletillas sobre “... es que cuando tengan que estudiar lo van a pasar mal” o “todo esto esta muy bien, pero, ¿van a poder aprobar las ciencias en el futuro?”. La realidad es que la mayoría de mis compañeros han sabido encontrar su camino hacia carreras tecnológicas o ingenierías, y yo me incluyo entre ellos.

De todo ello extraigo dos conclusiones. La primera es que la formación y estructuración del cerebro y el trabajo para mejorar sus habilidades no conoce disciplina. Por supuesto que hay áreas del mismo que responden a diferentes conocimientos, pero también es cierto que las ciencias como tales y el desarrollo del ingenio están presentes en nuestro entorno de manera innata, sólo necesitamos las herramientas que nos permitan usar la ciencia a nuestro antojo (matemáticas, química, física...).
La segunda conclusión la sintetizaré con un símil: “para aprender a dibujar caballos previamente hay que aprender a dibujar”. Como persona de ciencias incurro en un error enunciando un ejemplo previo a una explicación, pero considero que es un ejemplo ejemplar, valga la redundancia. No es necesario profundizar en cada área del saber hasta saberlo todo, es mas importante encontrar el cómo podemos llegar algún día a saberlo todo.
Como educadores nos encontramos con una problemática bastante actual. Anteriormente un maestro era el que aunaba conocimientos y los sabía transmitir, desprendía sabiduría. Hoy en día la sabiduría no ocupa lugar, internet tiene al alcance de unos cuantos clics una cantidad de saber imposible de adquirir y el profesor pasa de ser un sabio a un guía, pues no es importante conocer, sino mas bien conocer cómo conocer (de hecho, una de las clásicas competencias básicas es “aprender a aprender”).
Pero, ¿para qué tanto desvarío?, ¿a dónde queremos llegar?. A mi entender lo anteriormente enunciado es la base de mi ideología educativa. La formación clásica que yo he recibido, impermeable a la tecnología, me ha dado las herramientas para dominar la tecnología. Hoy en día me puedo empapar de ella, la comprendo y la interiorizo. Pero nadie me la enseñó ni me educó sobre sus bases o formas. Supongo que con el tiempo he entendido muchas cosas de porque ésto ocurre.
Para explicar el porqué considero que la tecnología no es buena base para educar, empezaremos a hablar de qué nos permite un programa informático o un ordenador. Todo programa responde a una programación, de ahí su nombre. Las acciones cada día son mayores, alguien desconocedor del tema usaría la palabra “incontables”. De hecho sería mas bien:¡INCONTABLES!. Pero lo cierto es que no son incontables, siempre responden a un número, a una serie de combinaciones. Hay una cantidad de acciones programadas y somos nosotros los que nos manejamos entre todas ellas eligiendo y descartando. Parece similar a la vida real, pero tiene una diferencia clave: en la vida real si que tenemos una cantidad de acciones ¡INCONTABLE!. Es una primera diferencia de vital importancia, nos arroja de inicio un entorno mucho mas amplio y, por lo tanto, con mayores posibilidades de aprendizaje. En un videojuego nuestro protagonista es capaz de realizar cada día un mayor número de acciones. Pero no es capaz de saltarse la lógica, al menos esa lógica que ha sido introducida en la inteligencia artificial que controla el videojuego. Sería imposible escribir en líneas de código lo que un niño con una pelota en la mano puede hacer.
En el paso de incontables a contables acciones se pierden muchas posibilidades, pero creo que se elimina una mas importante que cualquier otra, la libertad. Hasta el programa mas avanzado y complejo responde a procesos, y los procesos se derivan en que el usuario realiza acciones guiadas, y dichas acciones guiadas nos desplazan del papel protagonista al de simple actor secundario. La tecnología sesga en mucho la capacidad de aprender. Incluso en la facilidad de llegar a buen puerto y no incurrir un error encontramos un problema para el aprendizaje. El error es un método infalible para aprender. Esto es algo que la naturaleza te enseña mejor que nadie, no hay como tirar una piedra verticalmente hacia arriba y no moverse para aprender que es un error y no volver a hacerlo. Al mismo tiempo aprenderemos lo que es la gravedad aunque nadie nos lo enuncie, y lo que duele maltratar nuestro cuerpo sin que nos expliquen que no es bueno hacerlo. Bendito programa el que ejemplifique de la misma manera un aprendizaje.
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Las posibilidades de las TICS son múltiples, en el proceso formativo de un ser humano acaban siendo indispensables para acelerar la adquisición de contenidos frente al basto océano de sabiduría que hoy en día poseemos. Pero también es cierto que su uso prematuro cercena aprendizajes vitales. Hay millones de situaciones que ejemplifican esta idea: una fotografía arroja la realidad de un objeto. Como profesor de tecnología hago mucho uso de ellas para que conozcan cómo es un objeto, pero también es cierto que previamente se lo describo para que lo imaginen. La fotografía anula la imaginación, y al imaginar el cerebro de un ser humano trabaja de forma mucho mas amplia que al observar una fotografía. El vídeo anula de manera mas potente a la imaginación, pues elimina el entorno temporal (¿qué ha sucedido antes?, ¿y después?) que al menos una fotografía si puede mantener. Un programa informático que guíe al alumno en un problema matemático dejará una serie de opciones que eliminan otra ingente cantidad de las mismas que si mantiene un papel en blanco.

En ocasiones he leído que gente notable en el mundo de la tecnología (de la índole de Steve Jobs o Bill Gates) no dejaban usar sus productos a sus hijos. No he contrastado esa información, pero seguramente sea porque la encuentro lógica, yo mismo tendré mucho cuidado en elegir ese momento en que empiezo a quitarle posibilidades de aprendizaje a un niño para dejar que se entretenga con métodos tecnológicos menos arduos pero más carentes de posibilidades formativas. No hay porqué acelerar el conocer la tecnología, ella sola está creada para que no nos cueste conocerla. El mundo físico tiene mas conocimiento esperando que nos sumerjamos en él.
Para concluir enunciaré una última idea. Educar para acoplarse a un mundo tecnológico es un error (de hecho lo es educar para encajar, pero de ello hablaremos otro día). El acierto es educar para crear tu lugar, darle forma, hacerlo a tu medida y utilizar tu entorno para tus propios fines, con o sin tecnología.
2 Comentarios
Marta Madrid link
2/22/2015 05:44:26 am

¡Enhorabuena por tu artículo! Me ha gustado cómo relacionas tu experiencia personal con la educación en la tecnología, y cómo al final concluyes que lo importante es elaborar un lugar propio en el mundo, y que hay muchas formas de hacer esto. Esta visión es más inclusiva con otras culturas que no usan tecnologías digitales, y que mal llamamos "culturas primitivas" o "atrasadas". En las culturas occidentalizadas de tecnologías digitales es un imperativo defenderse con estos recursos, pero me gusta cómo pones el acento en qué hacemos con estos elementos, y cómo el funcionamiento de estos recursos ya implica en sí limitaciones e imposiciones. Esto da para hablar un rato... ¡Un saludo!

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Alfredo Sánchez
2/22/2015 01:16:04 pm

Muchas gracias por contestar Marta.
La realidad es que es un tema del que se podría estar hablando hasta la saciedad. Hay muchas tendencias actuales, los que abogan por centrarse en lo que va a ser el futuro independientemente de lo que conlleve y los que argumentan que si el cambio conlleva una pérdida de calidad educativa debería replantearse el no llevarlo a cabo...
La realidad es que al final veremos que teoría se impone.
Un saludo.

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