... y nosotros no nos adaptamos a ello.
“Hijo, ¿dónde vas?”
“A la calle con mis amigos, mamá”
“¿Con qué amigos?”...
“A la calle con mis amigos, mamá”
“¿Con qué amigos?”...
Típica conversación madre - hijo, ¿verdad?, así como ese extenso cuestionario que se sucede al regreso del menor para detectar posibles anomalías, auspiciado por una continua y extenuante táctica de diálogo para potenciar la posición del mismo frente a situaciones típicas del mundo adolescente no deseadas (alcohol, drogas, violencia...). Es decir, controlamos su mundo, tratamos de ser parte del mismo y de tener al menos un pequeño grado de influencia en sus decisiones para que sean lo más similar a lo adecuado que sea posible.
El problema viene cuando el mundo del adolescente ya no es el tradicional (ha cambiado de escenario) y los encargados de educarlo no trasladan sus responsabilidades a ese nuevo entorno.
Hablamos de un problema muy actual que salpica a centros educativos y tutores legales de todo el mundo, el momento en que el menor se sumerge en el mundo virtual. Nuevos escenarios, libertad total, acceso a contenidos de todo tipo, relaciones sociales desgajadas de la comunicación humana natural...
No puedo sino asustarme al ver cómo padres depositan en sus hijos un dispositivo móvil con unos 10 años y se desentienden de todo control sobre lo que los mismos hacen y dejan de hacer. Creo que no somos muy conscientes de hasta que punto es necesario olvidarse de esos reparos a la hora de abordar la intimidad del menor y dilatar la autosuficiencia virtual hasta la edad establecida como madurez en el mundo real. Con ésto quiero decir que un menor o adolescente no es solvente para desenvolverse libremente por el mundo virtual igual que no lo es para hacerlo en el mundo real. |
Es necesario que nos dejemos de paños calientes y empecemos a tomar una posición al respecto, basta de excusas, todo el entorno educativo (el hogar, el colegio, la sociedad...) tienen que tomar parte de este serio problema. Yo, personalmente, estoy cansado de ese continuo surgir de problemas derivados del libre divagar de un menor en la red y creo que al final la forma de actuar del mundo adulto frente al problema siempre es muy similar: cada cual ataca a las otras partes para buscar responsabilidades, pero al final no es sino una realidad que hemos dejado que el mundo del niño y el adolescente se traslade a lo virtual y hemos perdido el control.
También es cierto que los propios adultos no sabemos muy bien como manejarnos en este nuevo entorno virtual y los famosos “grupos de whatsapp” están trayendo muchos problemas, laboral y socialmente. Digamos que la escisión de las habilidades sociales de comunicación que venimos adquiriendo de manera histórica están siendo reemplazadas por un nuevo sistema de comunicación en el cual el mensaje se acota únicamente en un conjunto de caracteres y símbolos y se elimina mucha transmisión de información no estrictamente verbal, por lo que la adaptación de la sociedad está siendo lenta y complicada.
En la educación no hay tiempo de reacción, hay que incluir este aspecto de lleno en todas y cada una de las diferentes áreas como una competencia básica (el control del entorno virtual social y profesionalmente). No podemos seguir actuando con nuestras tradicionales clases encajadas en un ámbito humano que ya no existe, hay que incluir el desarrollo de habilidades de control y decisión en el entorno virtual, así como vigilancia adulta sobre el mundo virtual del menor.
Dejo un video tintado de cómico pero bastante serio que habla de ciertos problemas derivados de lo anteriormente expuesto (Emilio Calatayud, juez de menores de la ciudad de Granada):