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deberes... ¿nos ayudan como educadores?

4/3/2015

1 Comentario

 
Tras unos cuantos años trabajando en el sistema educativo encuentro una realidad tangible en el mismo con la cual no estoy de acuerdo: los niños pasan muchas horas en el colegio y cuando llegan a casa parece obvio que deberían potenciar lo aprendido con deberes y estudio.
Mi opinión al respecto es clara: dicha práctica es absurda y ridícula. No tiene ningún sentido que un niño esté ocho horas en el colegio y después tenga que realizar deberes para asentar lo que el sistema no consigue que asiente. No apruebo para nada la línea de desarrollo actual, pero hoy no quiero centrarme en la parte escolar sino en cómo delegamos parte de nuestra responsabilidad a un refuerzo fuera del colegio de lo aprendido en el mismo.
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Voy a hablar de los deberes y voy a dar mi opinión respecto a los mismos. Últimamente he leído varias opiniones que comparto totalmente frente a su escasa idoneidad como medio para asentar aprendizajes. Dicha afirmación tiene dos bases de pensamiento claras: los deberes acentúan la brecha entre los alumnos solventes y los que no lo son y por ende, como segunda base ideológica, dificultan el desarrollo normal de una clase potenciando la diversidad en vez de buscar un avance natural y algo más unificado.
Desarrollemos un poco la primera de las dos bases. ¿Qué motivos llevan a uno de nuestros alumnos a no trabajar en casa?. Parece que no nos acordamos de nuestra niñez y adolescencia, pero es cierto que, en casa, nuestros padres o tutores son los responsables de que nuestra educación se desarrolle de forma natural, que adquiramos valores, hábitos de una persona educada, que seamos trabajadores en nuestros estudios, responsables... 
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Dicho esto, cuando imponemos un ritmo de trabajo extraescolar para llegar a un nivel adecuado estamos depositando en el hogar mucha responsabilidad para que ese alumno siga el ritmo y no podemos confiar en que, de forma natural, el entorno del niño participe de forma activa en nuestros anhelos. El sistema escolar debe proveerse los medios para dar solvencia al alumno en los momentos en que puede controlar la forma en que el mismo se hace solvente. Fruto de no actuar en esta línea los alumnos que tienen un entorno extraescolar dispuesto y colaborativo mejoran sus habilidades en casa mientras que los que no lo tienen se van quedando atrás, aumentando sus dificultades en el colegio y distanciándose en capacidades del resto de compañeros.
Pero, ¿qué ocurre en los hogares desestructurados?. Es bastante simple, un niño tiene un halo de inocencia que impide que actitudes como la responsabilidad, el esfuerzo o el hábito asienten en el mismo. Ésto no quiere decir que todos los niños sean incapaces por iniciativa propia de adquirir un ritmo de trabajo autónomo, pero por lo general su tendencia no es esa. Como docentes dejamos en sus manos la responsabilidad de trabajar lo estudiado y tratamos de convencerles con eslóganes teñidos de fracaso en sus estudios. Y, realmente, por lo general a un niño los estudios le importan un pimiento. No nos equivoquemos, están en la época de ser inocentes y felices, no tiene ningún sentido cualquier otra línea de pensamiento que no respete su inocencia y felicidad.
Así mismo, tratando ya la segunda base ideológica, lo anteriormente desarrollado marca claramente el devenir de nuestro entorno como docentes. Nosotros mismos propiciamos una diversidad en aula mucho más acentuada que la que ya existe de forma natural, y eso va en contra de nuestro propio trabajo, pues no podemos avanzar al ritmo adecuado y tenemos que desenvolvernos en multitud de direcciones para que los alumnos más avanzados y los que poseen menos capacidad se vean atendidos. 
El grave problema que frena el cambio de mentalidad es el alto ritmo necesario en el aula para cumplir con todo lo que supuestamente un niño tiene que dominar, acentuado con las últimas leyes (¿reválidas?... pfff). Por ello es complicado establecer, de forma autónoma como docente, un sistema que cumpla dentro del entorno escolar con todo lo necesario para llegar a cumplir con el currículo. Es en éste punto donde sistemas educativos de otros países que consiguen excelentes resultados se desmarcan del nuestro rebajando el nivel de contenidos y profundizando mucho más en destrezas básicas y no en conocimientos llanos y baldíos. Pero también es cierto que si somos conscientes de éste problema podemos acentuar mucho más la forma en la que volcamos el aprendizaje escolar en los ámbitos de la escuela y tratamos de buscar tareas más motivadoras para el alumno en sus tiempos fuera del colegio (investiga, crea, descubre, juega...). Así mismo se pueden desarrollar tendencias que trabajen con el entorno del niño cómo respaldar lo realizado en la escuela, que desarrollen una estrategia conjunta y que descarguen de responsabilidad en materia curricular al entorno extraescolar del alumno pero busquen reforzar sus obligaciones en materia de educación y formación como ser humano del menor.
En nosotros está mucha parte del cambio, y creo que el sistema escolar en sí mismo ha generado una inercia que impide salir del ámbito de comodidad en el que nos encontramos, cuando realmente necesitamos replantearnos cada día lo que hacemos para mejorar...

1 Comentario
Eva link
4/27/2015 03:26:47 am

Hola Alfredo
Quería compartir contigo mis blogs. En trasteando.como buscamos profesores con ganas de innovar y cambiar el sistema, queremos reunirlos a todos para lograr el cambio que buscamos.
He creado una petición en www.change.org/losdeberesjustos para que se moderen los deberes en nuestro país. Espero que te interese esta información.
Saludos
Eva

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